Madre mía, 8 años ya, y parece que fue ayer cuando estas dos renacuajas llegaron por primera vez a casa. Madre mía, las echo un montón de menos, y pensar que antes de venirme a estudiar a Granada me tenían hasta los pelos!!! jaja Y esque son unos bichos, pero bueno, qué niño con su edad no lo es. Me da mucha pena no poder vivir con ellas esta etapa de su vida en la que comienzan a crecer y a desarrollarse, no sólo físicamente, sino también como personas. Me gustaría pasar más tiempo con ellas, para poder enseñarles e inculcarles todo los valores que yo más aprecio de la vida e intentar ayudarlas a vivirla de la mejor forma posible;darles consejos, ayudarlas con los deberes, repasar con ellas la lección del día siguiente, irme por las tardes a la Glorieta y comprarles chuches…pero por desgracia no puedo pasar con ellas todo el tiempo que yo quisiera, y eso me pone triste. Triste, porque cada vez que las vuelvo a ver siento como si se me hubiese escapado un pedazo de su vida que no he podido vivir con ellas y que ya no voy a poder recuperar; y es que, cada vez que las veo es como si hubiera pasado casi un año, las encuentro tan distintas, tan cambiadas, tan…. “mayores”, que no puedo evitar sentir que no las estoy disfrutando.
En estos momentos es cuando me arrepiento de no haber pasado con ellas todo el tiempo posible mientras pude. Pero es que también es cierto que no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos, o en este caso, hasta que ya no puedes tenerlo cada vez que a tí te gustaría. Ahora me acuerdo de los veranos que pasábamos en Villaricos, cuando todavía eran muy pequeñitas y yo prefería irme a la playa con mis amigos que estar cuidando todo el día de las dos micos, jeje, y me da pena por todos los momentos que me perdí pudiendo haber estado presente y por no haberlas disfrutado más. Y esque el tiempo pasa volando, y cuando me de cuenta, ya habrán crecido y entonces no me necesitarán.
Responder